EN EL CERRO DEL ÁGUILA.
En 1.936 se dedicó esta calle a Antonio María de Bucarelli y Ursúa Henestrosa y Lasso de la Vega (Sevilla, 1.717 – Ciudad de México, 1.779), noble, militar, administrador colonial, caballero de la Real Maestranza de Sevilla, Teniente General de los reales ejércitos, Gobernador y Capitán General de la isla de Cuba, Virrey y Capitán General de Nueva España.
Nació en el seno de una noble familia sevillana de origen italiano, siendo el séptimo hijo de Luis de Bucarelli y Henestrosa, II marqués de Vallehermoso y Ana de Ursúa y Ursúa, IV condesa de Gerena. Antes de cumplir los cinco años, ingresó, con dispensa, en la orden militar de San Juan de Malta. Se alistó en el ejército a la edad de 15 años, como cadete, llegando, tras diversas acciones militares, al grado de general.
Después de desempeñar el cargo de gobernador y capitán general de la isla de Cuba desde 1.766, fue nombrado Virrey de Nueva España el 22 de septiembre de 1.771. Durante su mandato, realizó numerosas mejoras civiles y administrativas, tanto en la capital como en el resto del territorio del virreinato, emprendiendo una política de austeridad, control del gasto y un rigor fiscal que sirvió para sanear la desastrosa situación económica, sin la necesidad de crear nuevas contribuciones ni solicitar préstamos.
Bajo la influencia del pensamiento ilustrado español, Bucarelli mostró un especial interés por fomentar racionalmente la agricultura e impulsar la industria, las ciencias y la educación.
Fomentó las misiones científicas que hacían minuciosos estudios de la riqueza del país, intensificó la construcción del canal de desagüe del Valle de México hasta concluirlo, inauguró el Hospital de Pobres y mejoró el de Enfermos Mentales de México, terminó la construcción de los fuertes de San Juan de Ulúa y de Perote, inició la construcción del fuerte de San Diego, famoso más tarde por la resistencia hecha en él por Morelos y Confort, y también, bajo su gobierno, fue fundado el puerto de San Francisco (California). Bucarelli le prestó una primordial ayuda al obispo Lorenzana para la fundación de la Casa Cuna.
Consiguió pacificar a las distintas tribus de apaches, seris, julimes y pimas. Ante el ataque de estos indígenas que asolaban Coahuila y sus alrededores, Bucarelli ordenó su persecución y todos los que fueron apresados tuvieron por castigo el destierro a Cuba. No obstante, su gobierno se caracterizó por la protección que se brindó a los indios, mulatos y mestizos, motivo por el cual la Real Audiencia le dio el título de “Padre del Pueblo”.
Preocupado por las exploraciones rusas en América del Norte envió dos expediciones navales (1.774) al mando Juan Pérez y Bruno Heceta, los cuales, tras dirigirse al norte y explorar las costas occidentales hasta Alaska, no hallaron presencia alguna de los rusos.
En 1.776 un terremoto destruyó el castillo de San Diego de Acapulco, puerto estratégico en el comercio con Filipinas, lo que aprovechó Bucarelli para remodelarlo según los planos del ingeniero Miguel Constanzó, que proyectó un fuerte pentagonal.
Por otra parte, Juan Bautista de Anza, que había realizado con éxito el viaje por tierra desde Tubac a Monterrey, mandó una expedición que ocupó el puerto de San Francisco y fundó la ciudad de este mismo nombre en septiembre del año 1.776.
Escribió varias obras interesantes, entre ellas “Colección de todas las Provincias de Gobierno”, “Reglamento para el cuerpo de militares inválidos” y “Reglamento e instrucciones para el gobierno en el presidio del Carmen, en la isla de Tres”.
Poco antes de morir pidió ser sepultado a los pies de la Virgen de Guadalupe, en la basílica donde se encuentra la imagen de la cual era muy devoto. Su sepelio fue una auténtica manifestación de tristeza colectiva, pues se había ganado el cariño del pueblo.
Hombre muy activo y comprometido, tanto en el cargo de gobernador de Cuba, como en el de virrey de Nueva España, fue uno de los mejores administradores que tuvo la Monarquía española en el siglo XVIII. También fue un honrado político que logró mantener la paz el virreinato e impulsar las reformas borbónicas.
Antonio María de Bucarelli ha sido calificado como uno de los mejores gobernantes que pasaron por Nueva España. Él hacía el número 46.
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