DE HÉROES DE TOLEDO A AFÁN DE RIBERA, EN EL CERRO DEL ÁGUILA.
Desde 1.936 en honor del arquitecto Aníbal González Álvarez – Ossorio (Sevilla, 1.876 – Sevilla, 1.929). Fue el principal referente del regionalismo andaluz de principios del siglo XX, aportando siempre un toque personal y sevillano a todos sus edificios.
El mayor de tres hermanos, sus estudios universitarios supusieron un gran esfuerzo para su familia, que no poseía grandes medios económicos. Desde joven tuvo una gran afición a los libros, llegando, con los años, a completar una gran biblioteca. El 25 de noviembre de 1.902 consiguió el título de arquitecto, tras superar el examen de reválida con el número uno de su promoción en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, donde tuvo como compañeros de estudios a dos destacados arquitectos sevillanos: Juan Talavera Heredia y José Espiau y Muñoz.
En la proyección de su carrera fue muy importante el encuentro que tuvo con su primo hermano, por parte de madre, Torcuato Luca de Tena y Álvarez – Ossorio, fundador de la revista Blanco y Negro, y del diario ABC, quien durante muchos años fue su protector y consejero.
Aníbal González contrajo matrimonio con Ana Gómez Millán, hija del constructor y arquitecto José Gómez Otero, y perteneciente a una larga familia de arquitectos.
En 1.910, tras un concurso, fue nombrado arquitecto jefe de las obras de la Exposición Iberoamericana de Sevilla para el año 1.929, cargo en el que permaneció hasta principios de 1.927, pues dimitió debido a diversos roces con el nuevo comisario regio de la Exposición, José Cruz Conde. Fue sustituido por el arquitecto Vicente Traver.
El 9 de enero de 1.920 sufrió un atentado junto a su casa del que salió ileso. Le dispararon dos tiros que no llegaron a acertarle y del que fue autor un grupo anarquista del Sindicato de peones albañiles, relacionado con la huelga de la construcción que en aquellos días vivía Sevilla. La reacción contra el atentado fue una gran manifestación popular en su apoyo, que recorrió las principales calles de la Ciudad y finalizó delante de la puerta de su casa. Se dice que, desde entonces, Aníbal González iba acompañado por un guardaespaldas.
Para la Exposición Iberoamericana elaboró un anteproyecto que incluía cinco partes y que no fue llevado a cabo tal como aparecía en los planos y en la memoria presentada por Aníbal González. Como obras principales se ejecutaron tres palacios: el llamado Pabellón Mudéjar (actualmente Museo de Artes y Costumbre Populares, que es de estilo neomudéjar), el Pabellón de las Bellas Artes (actualmente Mueso Arqueológico, que es de estilo neogótico) y el Pabellón Real (claro ejemplo de arquitectura historicista), todos dentro del marco de la plaza de América, proyecto que realizó en el año 1.913.
En 1.914 elaboró el proyecto más ambicioso de toda la Exposición, constituido por la espectacular Plaza de España, que comprendía el gran palacio y la amplia plaza que lo rodea. Su ejecución se prolongó hasta el año 1.928, siendo inaugurada en 1.929.
El conjunto, uno de los espacios más grandiosos de la arquitectura contemporánea española, está formado por una plaza de forma semicircular de 200 metros de diámetro, bordeada por un canal que recorre 515 metros y que es atravesado por cuatro puentes que representan los cuatro antiguos reinos de España. Los edificios que envuelven la plaza se estructuran en un edificio central, alas con edificaciones intermedias y dos torres en los extremos, con una altura de 74 metros cada una. La construcción está realizada con ladrillo visto y amplia decoración de cerámica, artesonados, hierro forjado y repujado, y mármol labrado.
En 1.904 diseñó la fachada de la Capilla del Sagrario de la Iglesia del Santo Ángel de Sevilla. De 1.910 es la Casa el Barril (antes hubo un bar así llamado) en la calle Tomás de Ibarra, de estilo neomudéjar.
En 1.914 construyó el pabellón de la Asociación Sevillana de Caridad, de estilo historicista y reformado, posteriormente por su cuñado Aurelio Gómez Millán, y que se halla situado a la entrada de la calle Reyes Católicos.
En 1.915, realizó la obra para la casa del marqués de Villamarta, situada en la esquina de la calle García Vinuesa con la avenida de la Constitución de Sevilla. En el año 1.916 restauró, con notable acierto, la torre de la Iglesia de San Marcos de Sevilla.
Entre 1.916 y 1.920 construyó la Capilla de los Luises, situada en la calle Trajano de Sevilla (adosada a la iglesia del Sagrado Corazón). En esta obra Aníbal González optó por el estilo neogótico, labrando el ladrillo con una gran maestría.
En 1.924, el Ayuntamiento le encargó la obra de la Capilla de la Virgen del Carmen, situada justo al final del puente de Triana, obra que finalizó en 1.928. De diminutas dimensiones, esta pequeña joya de la arquitectura sevillana viene a significar un símbolo del barrio de Triana y de su puente.
En 1.929 construyó la casa de la Real Maestranza de Caballería en el paseo de Colón de Sevilla.
El legado de Aníbal González también afecta a gran parte del urbanismo de la ciudad de Sevilla, pues fue él quien introdujo en las calles la decoración de naranjos y jardines, propio de las casas señoriales.
Profesional de gran capacidad creativa, su extensa obra no se limitó solamente a la proyección de edificios sevillanos, pues también realizó trabajos para algunos pueblos de la provincia de Sevilla, Antequera (Málaga) (Casa de los Serrailler), Jerez de la Frontera (Cádiz) (Estación de ferrocarriles), Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) (chalet de los marqueses de Villamarta), Aracena (Huelva) (Casino de Arias Montano), Jabugo (Huelva) (el Tiro de Pichón), Isla Cristina (Huelva) (Casa Roselló), Almendralejo (Badajoz) (Círculo Mercantil y Hotel España) y Madrid (ampliación en 1.926 del edificio de ABC en el paseo de la Castellana).
También diseñó casetas de la Feria de Abril sevillana para grandes grupos y decoró escaparates en grandes almacenes sevillanos.
La última etapa de su vida fue muy dura para Aníbal González que, a pesar de ser invitado por el rey Alfonso XIII a la inauguración de la Exposición Iberoamericana, no llegó a acudir alegando su mal estado de salud, aunque, según se ha afirmado, en realidad se hallaba todavía muy dolido por el mal trato sufrido por parte del Comisario de la Exposición José Cruz Conde.
Su último proyecto era muy ambicioso: aunque se llegó a colocar la primera piedra por el rey Alfonso XIII, Aníbal González no pudo ver levantado su proyecto de la enorme basílica de 10.000 m2 dedicada a la Inmaculada Milagrosa que proyectó en 1.928 y que se iba a construir en los terrenos del Colegio Porta Coeli, en la Buhaira, adquiridos por la Compañía de Jesús. El proyecto, de corte neogótico, iba a tener dos torres de hasta 100 metros de altura, una fachada de 45 metros de alto, una plaza de 120 metros de diámetro y naves interiores de 40 metros de altura.
Junto a esta basílica se iba a construir también un centro de enseñanza, donde tendrían cabida mil alumnos y que contaría con dependencias para religiosos, profesores y alumnos, además de un gran salón de actos con capacidad para dos mil personas.
De aquel dorado sueño solo quedan los cimientos y el arranque del juego completo de pilares, que se pueden ver en la Huerta del Rey (actuales jardines de la Buhaira).
Su muerte, acaecida el día 31 de mayo de 1.929, provocó que una gran masa popular recorriera Sevilla el día de su entierro. Ochocientos taxistas se ofrecieron para llevar gratuitamente al cementerio a las personas que quisieran acudir al sepelio.
A pesar de haber sido un genio de la arquitectura, increíblemente Aníbal González falleció en la más absoluta pobreza, tal es así que, a su fallecimiento, su viuda y sus hijos no tenían una vivienda en propiedad siquiera, por lo que fue necesario que el vecindario de Sevilla hiciese una suscripción pública para comprar una casa y donársela a su familia.
Aníbal González está enterrado en el Cementerio de San Fernando de Sevilla. El panteón, que diseñó el propio arquitecto, es famoso por tener en su interior una copia del Cristo de la Expiración (El Cachorro).
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