EN LA PLAZA DEL SALVADOR
Calle rotulada desde 1.916 para rendir homenaje a Blanca de los Ríos Nostench (Sevilla, 1.862 – Madrid, 1.956), escritora y pintora.
Prácticamente desconocida, pese a la labor que desempeñó como escritora y crítica, su obra, sin embargo, ha sido traducida en numerosos países europeos. Nació en la calle Francos en el seno de una familia de elevada cultura que le reportó una esmerada formación.
Su padre era el famoso arquitecto Demetrio de los Ríos y Blanca era sobrina del escritor José Amador de los Ríos, su abuelo materno fue médico y tuvo tíos que fueron escritores, pintores y políticos, toda una referencia a la que ella se supo acoger inteligentemente.
En sus orígenes como escritora firmaba bajo el seudónimo de Carolina del Boss. A los 16 años llegó a publicar su primera novela, “Margarita”, y a esta le siguieron los poemarios “Los funerales del César” (1.880) y “Esperanzas y Recuerdos” (1.881), y a los 17 años escribió un romancero dedicado a “Don Jaime el Conquistador”, continuó con “La novia del marinero” (1.886), a las que continuaron otras más. También cultivó poseía, teatro, cuentos, narrativa y periodismo.
En el año 1.888, la Real Academia Española de la Lengua le otorgaba un premio de 1.500 pesetas por un estudio biográfico y crítico de Tirso de Molina, que Blanca de los Ríos había presentado a un certamen abierto convocado por la Academia.
Contrajo matrimonio con el conocido arquitecto, arqueólogo e historiador Vicente Lampérez y Romea (Madrid, 1.861 – Madrid, 1.923), catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid, que realizó reformas y restauraciones de monumentos como las catedrales de Burgos, de Cuenca y el castillo de Manzanares el Real (Madrid), y, además, era un hombre que estaba muy vinculado a los ambientes literarios.
Su traslado a Madrid le supuso el contacto directo con el ambiente literario e intelectual de la capital de España, ampliando su horizonte y sus proyectos. A ella se le deben numerosos estudios sobre Tirso de Molina, así como la edición crítica de sus obras completas. Esta labor le valió el reconocimiento de la Real Academia Española de la Lengua, de la que no llegó a formar parte, pese a que fue presentada su candidatura como se menciona más abajo.
También dedicó sus esfuerzos a la figura y la obra de Santa Teresa de Jesús, sobre la que pronunció diversas conferencias, siendo muy alabada por esta faceta. Asimismo destacó en la investigación sobre la literatura del Siglo de Oro.
Igualmente es destacable su participación en algunos periódicos como “El Imparcial”, “La Época”, “Blanco y Negro” y “El Nuevo Mundo”, y en diversas revistas muy prestigiosas. Fundó en 1.918 la revista “Raza Española”, la que dirigió hasta 1.930, año en que desapareció. En ésta, como en otras publicaciones, divulgó sus ideales feministas.
Su preocupación por los derechos de la mujer y las relaciones de España con los países hispanoamericanos ocuparon una parte importante de su trabajo, como lo demuestra su participación en La Unión de Damas Españolas, diseñando medidas de protección para las mujeres en el trabajo.
No llegó a formar parte de la Real Academia de la Lengua, pese a que su candidatura fue presentada por los hermanos Álvarez Quintero. También fue candidata al Premio Nobel de Literatura, por su dilatada obra literaria.
Igualmente destacó en el estudio y la crítica de la literatura, por lo que fue abandonando su creación literaria. En este ámbito tomó como maestro a Marcelino Menéndez Pelayo. Una de sus principales obras es “Del Siglo de Oro” publicada en 1.910 y prologada precisamente por Menéndez Pelayo.
Sus obras tienen traducción al francés, italiano, alemán y danés.
Blanca de los Ríos, además de sus extraordinarios méritos como literata, merece el reconocimiento de Sevilla, porque siempre la tuvo presente. Su gran amor por esta tierra surge a raudales en sus delicados versos y en su magnífica prosa, siempre elegante y elocuente.
Durante su carrera literaria recibió elogiosas críticas, así como varias condecoraciones: la medalla de Oro al Trabajo; la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y la Cruz de Alfonso XII, esta última en un homenaje presidido por la Reina Victoria Eugenia.
En el siglo XV esta calle se llamó Cordoneros y a partir de 1.520 aparece como Cochinos. Los azulejos que rotulan la calle fueron pintados por Gustavo Bacarisas.
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